LA PARIDAD EN LA ORGANIZACIÓN DEL PODER ES POR UNA CLASE POLÍTICA. LO IMPORTANTE SERÍA ABATIR LA MISOGINIA DESDE LA EDUCACIÓN
Por: Israel López Chiñas
Por la familia política. Es correcto que el Poder Ejecutivo se empeñe que haya paridad, el 50 ciento de las candidaturas de diputados federales y senadores a la mujeres. Además de ese apoyo a la clase política, se tiene que evaluar si el Presidente Enrique Peña Nieto del PRI, puede impulsar aprovechando el Pacto por México para otra parte que atañe a la sociedad, la más significativa, a fin de quienes accedan a los puestos públicos no solo conozcan las leyes sino los principios en los que se inspiraron. El voto a la mujer y paridad ofrecida son dos asuntos torales: el primero, de orden general; el segundo, es asunto de una casta que ya preparó a sus hijas y esposas.
Por la justificación. Cuando los terratenientes ya no poseían los controles que los satisficieran para el ungimiento de los gobernantes, se aceptó la participación de los trabajadores y sus sufragios, después de los jóvenes, al final de las mujeres. Ya con el voto de las féminas que se logró por iniciativa de Adolfo Ruiz Cortines, cuando los mexicanos a partir de los 18 años pueden ejercer su derecho a sufragar, luego con esa paridad del 50 por ciento para organizar el Poder Legislativo, es menester que se obligue a los candidatos a los cargos de elección a la capacitación efectiva para el desempeño de su función porque la postulación hecha con base a proporciones y en las cuotas de poder, carece de la inspiración filosófica.
Por las nuevas condiciones. La Ley de Partidos Políticos, se podría proponer, a partir de las circunstancias actuales, por los cabildeos irracionales en las dos Cámaras del Congreso de la Unión, hasta por el interés insano de muchos políticos por perpetuarse en el poder empleando la vieja catapulta que eliminaron los revolucionarios, la reelección. Es cierto que existe la realidad del machismo que aun gana en la sociedad, y también es cierto que esas posiciones para mujeres en los cargos públicos, de forma sistemática la vienen ocupando los familiares de las castas políticas que gangrenan los accesos a las posiciones a nuevos políticos, especialmente a jóvenes.
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